jueves, 27 de octubre de 2011

CUENTOS PARA LA SALA!!!!!

EL REY QUE NO QUERÍA BAÑARSE

Ema Wolf

Las esponjas suelen contar historias interesantes.
El único problema es que las cuentan en voz muy baja y para oírlas hay que lavarse bien las orejas.
Una esponja me contó una vez lo siguiente: En una época lejana las guerras duraban mucho. Un rey se iba a la guerra y volvía treinta años después, cansado y sudado de tanto cabalgar, con la espada tinta en chinchulín enemigo.
Algo así le sucedió al rey Vigildo. Se fue de guerra una mañana y volvió veinte años más tarde, protestando porque le dolía todo el cuerpo.
Naturalmente lo primero que hizo su esposa, la reina Inés, fue prepararle una bañadera con agua caliente. Pero cuando llegó el momento de sumergirse en la bañadera, el rey se negó.
-No me baño -dijo- ¡No me baño no me baño y no me baño!
La reina, los príncipes. La parentela real y la corte entera quedaron estupefactos.
-¿Qué pasa majestad? -preguntó el viejo chambelán- ¿Acaso el agua está demasiado caliente? ¡El jabón demasiado frío? ¿La bañadera es muy profunda?
-No, no y no -contestó el rey- Pero yo no me baño nada.
Por muchos esfuerzos que hicieron para convencerlo, no hubo caso.
Con todo respeto trataron de meterlo en la bañadera entre cuatro, pero tanto gritó y tanto escándalo hizo para zafar que al final soltaron.
La reina Inés consiguió que se cambiara las medias -¡las medias que habían batallado con él veinte años!-, pero nada más.
Su hermana, la duquesa Flora, le decía:
-¿Qué te pasa Vigildo? ¿Temes oxidarte o despintarte o encogerte o arrugarte...?
Así pasaron días interminables. Hasta que el rey se atrevió a confesar:
-¡Extraño las armas, los soldados, las fortalezas, las batallas! Después de tantos años de guerra, ¿qué voy a hacer yo sumergido como un besugo en una bañadera de agua tibia? Además de aburrirme, me sentiría ridículo.
Y terminó diciendo en tono dramático: ¿Qué soy yo, acaso, un rey guerrero o un poroto en remojo?

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